Tercera entrada de Beatriz - Columnista invitada.

Hace unos días terminamos la semana de concienciación de la tricotilomanía (trico) y para mí este año ha sido muy importante, puesto que por primera vez he compartido públicamente información sobre la trico desde el papel de persona afectada; sin vergüenzas, miedo ni titubeos. Y ¿cómo me he sentido? Maravillosamente bien, con pasos como estos constato que estoy mejorando, que a pesar de tener trico no me cohíbo y además contribuyo a algo que considero fundamental: generar conciencia sobre este trastorno psicológico, o ¿quizás sea conveniente denominarlo de otra forma? Pues trastorno implica una alteración, un cambio en lo que se entiende como desarrollo normal, pero la normalidad para la vida de cada persona es tan idiosincrática como pueda serlo el color de sus ojos, existen patrones comunes entre todos, al igual que matices y diferencias, y eso también es normal. Nosotros a través de la concienciación queremos normalizar, ¿pero en qué sentido? 
Hace casi dos meses me uní a un numeroso grupo de personas con trico de habla hispana a través de la red social, se llama TengoTrico y de ahí derivé a formar parte de un grupo de WhatsApp nacional, #TTM España; un día una compañera de este grupo preguntó: ¿hasta qué punto es bueno tratar de normalizar una conducta que no es en absoluto normal, ya que conlleva una autolesión además de múltiples problemas psicológicos de angustia, depresión, ansiedad…?
Es una cuestión que yo me planteo de manera reiterada, pues quiero asegurarme que los pasos que doy son acertados. Siempre existe el miedo a equivocarse, y pienso que estoy ayudando dándolo a conocer, pero que también es posible que el resultado no sea el deseado… como todo en la vida, es ensayo y error, y no se sabe hasta que experimentas y el tiempo te muestra las consecuencias. 
En el tema de normalizar hay muchos matices. Por un lado, es innegable la gran cantidad de personas que realizan la conducta y se ven afectadas por ello física, social y emocionalmente. En diferente grado de gravedad la trico está presente en la vida de muchas personas, esto es un hecho y por tanto la trico es normal, sólo que muy desconocida porque la persona lo oculta, y el desconocimiento social resultado de la no normalización promueve que así sea, o simplemente no lo da a conocer porque no supone un problema para ella.
Beatriz participando de la Semana de
Concientización de la TTM,
con el lema de este año: "Juntos somos más fuertes"

Por otro lado, está el matiz de normalizar como expresión de NO verlo como algo raro o socialmente no aceptado. Uno de los aspectos característicos de la tricotilomanía que la convierten en un serio problema para la persona que la padece son las consecuencias visibles que tiene, esto es sobre todo dentro del ámbito social, y el miedo al rechazo y la angustia generada por ocultarlo provoca graves secuelas en la autoestima de la persona con trico. Es un hecho que se trata de un comportamiento valorado como autolesivo y eso a cualquier persona le genera aversión, empezando por la persona afectada que vive en la eterna incoherencia de “no quiero tirar, pero tiro”. Todo ser humano en algún momento de su vida, o durante toda su vida, realiza conductas, consume sustancias o ingiere comida, bebidas…, que no son saludables para su organismo, en este sentido yo pienso que se autolastima, así como puede hacerlo mediante pensamientos y esquemas mentales; y ello se ve como algo normal, tan normal que se acepta como irremediable, y parece que sólo surge la necesidad de cambio cuando se empieza a castigar socialmente. Entonces, algo a lo que has generado un fuerte hábito es rechazado por el entorno, te sientes culpable y apremia tu necesidad por erradicarlo de tu vida, y esa idea en lugar de ayudarte puede aumentar tu ansiedad y así mantenerte en el círculo vicioso del hábito que te destroza por dentro y por fuera. Esto es lo que a mí me ha pasado con la trico hasta hace apenas unos meses, en que cambié la manera de convivir con ella: he aprendido a decir sin vergüenza alguna que no me ayuda que otros me rechacen o me digan “Déjate el pelo”, “Siempre igual”, “No es normal”, “¿Por qué lo haces? No lo entiendo”, “Estás loca”; me ayuda hablar con otras personas con trico que realmente me entienden y yo a ellas, me ayuda que no me cuestionen como persona por arrancarme el pelo, me ayuda no vivir asfixiada por cómo voy peinada, en si se ven o no las calvas de mi cabeza, me ayuda a estar más tranquila el no vivir obsesionada con que no tengo que arrancarme pelo, me ayuda no rechazarme a mí misma por miedo a las críticas ajenas, me ayuda el ACEPTARME COMO SOY Y CON LO QUE TENGO. El que haya personas “normalizando” la trico me ha ayudado a reducir el peso de ansiedad y estrés con el que cargo y que se convierten en causa de la necesidad por tirar. Puedo decir que gracias a estas personas ahora me siento más libre y tiro mucho menos de mi pelo.
En definitiva, yo también cuestiono hasta qué punto normalizar es “bueno” o “malo”, al normalizarlo ¿podemos estar fomentando la condescendencia y así la pasividad? Si se normaliza y no te sientes discriminada/o, entonces ¿dejarás de sentirte tan mal por hacerlo y continuarás por ello tirando de tu pelo? Pienso que esto no pasará, mi experiencia me está diciendo que a mí no me pasa, al contrario, dar a conocer la trico públicamente me permite ser más consciente de que quiero controlarla en mi vida; pero no por nadie, no por miedo ni vergüenzas, ya eliminé todo eso, ahora sólo lo hago por mí, me encuentro YO ACEPTANDO LA TRICO Y CAMBIANDO: en definitiva, ocupándome de ella en primera persona. Ahora hay días que me levanto, me lavo la cara, me miro en el espejo y sólo me fijo en mi sonrisa, no sé ni cómo voy peinada; el pelo crecerá, ya no cuento los días que llevo sin quitarme, sólo me centro en quererme. 
Y bueno, ante tantas incógnitas, pues cada persona es un mundo y respondemos de manera diferente a las mismas estrategias, de lo que estoy segura es que es necesario un cuerpo de conocimiento académico y profesional más completo, que se estudie e investigue, conocer esta parte del ser humano, y para ello “normalizarlo” es un primer paso. 



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