La Tricotilomanía como enfermedad - Por Beatriz Moreno Amador

El gorro y mi eterna pelea con el: me lo pongo, me lo quito, me lo pongo, me lo vuelvo a quitar... para llevar mis manos a la cabeza y tirar de mi pelo. Por favor ¿alguien me puede vigilar? “Soy un peligro para mí misma”, pienso. Pero yo realmente no me quiero hacer daño, las personas con trico no arrancamos de nuestro pelo con ese propósito ni con un objetivo premeditado, algo pasa dentro de nosotras pero no sabemos bien qué es....

Yo siento que vivo encerrada en mi cuerpo. Que es mi cuerpo quien me hace daño, no soy yo.... ¿tiene esto sentido? ¿Es mi cuerpo, son mis manos, este hábito, algo en mi mente, en mi "interior" es mi enemiga? No sé lo que es, pero definitivamente a veces: puede más que yo. No pienso que sea resignación decir esto, aunque tampoco sé cómo nombrarlo. En parte, ver a la trico como una "enfermedad" me alivia porque reduzco mi sensación de culpa y me doy el permiso a quejarme de ella. Y lo necesito para recordarme a mí misma que no me gusta tenerla, y que aceptarla no significa que me tenga que gustar convivir con ella. Es muy duro sentir que vives encerrada en tu cuerpo, pero es injusto pensar, y que otras personas te digan, que eres tú la culpable/responsable. Algo bueno que puedo sacar de las etiquetas diagnósticas, de decir que tengo Trico (que no soy yo, que es la trico) es que me respalda y amortigua esa culpa que nos avergüenza socialmente y nos impide buscar ayuda. 
A veces pienso que la trico tiene algo de adictivo, realmente algo nos gusta de quitarnos
pelo que nos “engancha”. Las personas con trico hablamos del “círculo vicioso” en que nos atrapa, pero para quien nos escucha piensa que esto es una excusa sin sustento y que quitarnos o no pelo es una mera cuestión de fuerza de voluntad. Y yo digo: mi fuerza no reside en no quitarme pelo, sino en todo este tiempo en que he sobrevivido quitándomelo. 

Hay que ser muy fuerte, o nos hacemos muy fuertes, para vivir con trico. Para mirarte cada día en el espejo, que no te reconozcas, y salir a la calle. Somos muy fuertes las personas que vivimos bajo una peluca, lápiz de ojos, gorros, pañuelos, peinados imposibles... transformando nuestra imagen para agradar, para no visibilizar algo extraño como son calvas en la cabeza, falta de pestañas, de cejas… Nos hace muy fuertes, tropezar con la misma piedra y aprender algo diferente de nosotras mismas. Nos hace muy fuertes aprender a gustarnos fuera de los cánones de belleza que nos rodean. Nos hace muy fuertes enseñar a otras personas a que nos respeten. Nos hace muy fuertes desarrollar paciencia con nosotras mismas. Nos hace muy fuertes querernos con trico.

Beatriz, columnista invitada. 

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