Segunda entrada de Beatriz, nuestra columnista invitada.
Mi experiencia me dice que en la sociedad que me rodea está mal visto hablar sobre los problemas, preocupaciones de una misma a otras personas, pero no así aquellas que puedan ser compartidas, que formen parte de los devenires comunes de una vida convencional. Suelen tratarse de los problemas más superficiales y que menos alcance tienen en el ser más profundo de todo individuo. Se trata de algo bastante comprensible, pues somos recelosos con nuestra intimidad, nuestros miedos, fobias y filias, aquella parte de nuestra vida que nos acompaña en cada respiro y es invisible a la mayoría de personas que nos rodean a diario. De igual manera, la vergüenza de lo poco común y el miedo a no sentirse aceptada contribuye a que esto suceda. Sin embargo, la experiencia también me dice que hablar de nuestras preocupaciones y compartirlas nos permite encontrar apoyo, a otras personas que nos entienden y que pueden estar en nuestra misma situación, así como normalizar una condición que muchas persona