Presentación de Beatriz como columnista de este blog

Trico es lo que padezco, no es lo que soy

Me llamo Beatriz, tengo 21 años y estudio Grado en Psicología. Desde los 7 años padezco de tricotilomanía, esto supone la convivencia de 14 años, dos tercios de mi vida, con este trastorno.

Trico es una compañera que nunca se despega de mi lado, abro los ojos por la mañana y ella está ahí acurrucada en la almohada, me miro al espejo y me saluda a partir de mi rostro, voy de camino a la universidad y la veo avanzando en mi sombra, estoy estudiando en la biblioteca y aparece en las cabezas de otras personas; cierro los ojos y trico se adueña de mis manos, a partir de ahora trico se apodera de mi cuerpo y mi mente, a partir de ese momento trico soy yo, yo soy trico. Cuando esto sucede reclamo a trico su marcha, ella accede pero no promete, desconoce su destino y mi vacío no le cierra el pestillo. Trico quiere determinarme, de mi felicidad ser la fuente, mas yo le he confesado que sólo hayo ese estado en la armonía cuando en paz me encuentro conmigo misma, trico es incompatible con mi bienestar, trico es guerra, destrucción, trico es conflicto sin diálogo. 
Trico tú no me aportas la paz que mis sueños necesitan para hacerse realidad, entiendo que te quieras quedar, hasta yo he desarrollado un fuerte estima por ti, pero por muchos años que quieras quedarte, no va a ser posible, mi cuerpo empieza a flaquear, la vida no me da más opciones que despedirme de ti o será ella la que nos diga adiós final a las dos. Puedes quedarte, conformando una característica más de mí, hazte mi amiga, respeta mis voluntades y no determines mi vida.

La mayor y más preciada posesión del ser humano reside en su propia posesión, en tenerse a sí mismo. Yo no sé lo que es eso, no lo recuerdo, he vivido más de la mitad de mi vida consciente con tricotilomanía. Lo que quiero y deseo es serme fiel a mí misma, ser de esta forma mi única dueña. Por ello quiero y necesito dejar de hacerlo por un largo periodo, enterrar y deshacerme del hábito, reencontrarme con mi vida, estar en paz conmigo misma, dejar de tomar la medicación prescrita por el psiquiatra que me trata, así como la terapia psicológica, y reencontrarme con mi yo. 

La tricotilomanía me lastima, pero lo peor de todo es que yo siento que me lastimo. Aquí el agente y el paciente son la misma persona, ¿se imaginan qué contradicción tan grande cohabitar con quien te destruye? 
Te destruyes cuando al realizar la conducta te prometes que ésta va a ser la última vez. Te destruyes cuando miras el reloj y sientes tu tiempo perdido, robado. Te destruyes cuando te descubres a ti misma arrepentida llorando. Te destruyes cuando te miras al espejo y no te reconoces, cuando tu reflejo te acusa con el dedo, cuando decides no salir de casa, y no soportas tapar tus calvas, y el que nadie te vea, cuando ocultar tu pesadilla se convierte en tu realidad. Cuando el dolor hace que te refugies en su causa y buscas consuelo en quitarte más pelo.
Una vida de autodestrucción erosiona la mente y el corazón. Vivo ensimismada, y eso es agotador. Es horroroso sentir todos los días, a cada momento, hora, minuto… que has fracasado. Es una continua renuncia a la vida. Vivir con tricotilomanía es muy duro. Padecer de tricotilomanía lleva aparejado un sufrimiento que a las personas ajenas a este problema les es costoso comprender.

Escrito el 15 de noviembre de 2014

Comentarios

  1. Lo acabo de leer. Yo no sabía que estaba identificado como un trastorno. Vivía y actuaba como si fuera algo sin importancia. Los últimos años se recrudeció y ver el aspecto de la piel de mi rostro me pone mal. Es chocante reconocer el problema y no poder hacer nada, y al contrario, continuar agravando el problema. Y veo las heridas y la alteración del crecimiento de cada pelo, incluso llegando a crecer por dentro y no hacia afuera como si fuera el reflejo del espanto que tienen de aflorar. Ahora mismo, en estas horas, lamento el tiempo dedicado a esta faena de autocomplacencia tan falsa.

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